Por Emmanuel Garcia
En un mundo que enfrenta una transición energética urgente, las intervenciones arquitectónicas que transforman edificios existentes para ganar eficiencia energética son más que una tendencia: son una necesidad. Ejemplo de ello es el proyecto Transformation of Housing Block – Paris 17°, Tour Bois le Prêtre de los arquitectos Druot, Lacaton & Vassal. Este innovador caso de rehabilitación no solo revitaliza un edificio construido en los años sesenta, sino que también redefine los estándares de intervención, de habitabilidad y sostenibilidad en el sector del real estate, siendo un caso de referencia en el tema. En esta intervención, los arquitectos lograron evitar la demolición inicial del edificio, apostando por un modelo de ampliación que transformó las unidades existentes mediante la incorporación de estructuras autoportantes y grandes aperturas que maximizan la iluminación natural. Se crearon terrazas y espacios exteriores funcionales, generando ambientes más confortables y energéticamente eficientes. Esta decisión permitió también mantener a los residentes en sus hogares durante las obras, minimizando el impacto económico y social. Este enfoque, además, redujo significativamente el costo total del proyecto en comparación con una demolición y construcción de obra nueva, lo que lo convierte en un modelo replicable en otros contextos urbanos.
La rehabilitación de edificios también está ganando protagonismo en España, un país que ha sido pionero en la implementación de políticas de eficiencia energética en el sector inmobiliario. Proyectos como el «Barrio Solar» en Zaragoza han demostrado el impacto positivo de la incorporación de paneles solares y sistemas de aislamiento térmico, logrando reducciones de hasta un 40% en el consumo energético y generando ahorros de hasta 600 euros anuales por hogar, según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Iniciativas como esta, respaldadas por el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Unión Europea, han potenciado la revalorización de inmuebles y generado ahorros significativos para sus habitantes. Según un informe del Observatorio Europeo de la Vivienda, este tipo de intervenciones han incrementado el valor de mercado de las propiedades intervenidas hasta en un 20%.
En Argentina, la coyuntura energética exige una adaptación similar. El costo de la energía ha aumentado exponencialmente en los últimos años, y con una dependencia significativa de combustibles fósiles, la necesidad de diversificar las fuentes energéticas es crítica. Transformar edificios existentes para mejorar su eficiencia energética no solo puede reducir los costos operativos en hasta un 30%, según estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sino también incrementar el valor de los activos, alineándose con las demandas de un mercado cada vez más exigente y orientado hacia la sustentabilidad. En este contexto, sectores clave como los edificios residenciales y comerciales tienen el potencial de liderar el cambio mediante la adopción de tecnologías de automatización domótica, sistemas de aislamiento avanzados y la instalación de energía solar. Datos de la Cámara Argentina de la Construcción muestran que proyectos con certificación de eficiencia energética, como LEED o EDGE, han visto aumentos en el interés de inversores en un 15% en los últimos tres años.
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