miércoles, noviembre 6 2024

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Ciudades inteligentes, ciudades sostenibles, ciudades digitales. Desentrañando la madeja

Smart cities, Ciudades Sostenibles, Ciudades Digitales,…Una jungla de términos que al ciudadano un poco desconfiado le hace preguntarse, ¿qué moto me están intentando vender ahora? Este artículo pretende poner orden en este laberinto.

¿Qué vienen observado los economistas hace tiempo?

Primero. La población mundial ha pasado de 2.500 millones de personas en 1950 a más 7.000 en 2015. La previsión según las estimaciones de la ONU es que aumente a 9.700 millones en 2050. Una gran parte de esta población (60%) vive en ciudades. En 2050 se espera que lo haga el 75%. En Europa, ya lo hace el 80 % y en América Latina y Caribe el 75 %.

Segundo. Muchas ciudades han crecido desordenadamente creando grandes patologías urbanas, sociales y medioambientales. Según la ONU, en 1990 había 10 megaciudades (ciudades con más de 10 millones de habitantes), en 2014 esta cifra subió a 28 y se calcula que en 2030 habrá 41. Algunas de estas ciudades tienen difícil remedio (Delhi, Ciudad de México, Sao Paulo). En muchas de ellas los beneficios de las economías de aglomeración no compensan sus costes.

En tercer lugar, hay quienes piensan que quizás estemos a tiempo de actuar sobre las ciudades de tamaño intermedio- entre 100.000 y 2 millones de habitantes-  y convertirlas en más humanas. Son las ciudades que más rápidamente están creciendo en población y riqueza pero corren graves riesgos de no poder controlar este crecimiento (contaminación, asentamientos  informales, desigualdad y pobreza,  etc.).

Por último, hay un consenso en entender las ciudades como un “sistema holístico complejo”, que no significa otra cosa que los problemas de la ciudades – que afectan a muchos sectores- deben abordarse desde una perspectiva interdisciplinar (urbana, económica, social, medio ambiental,…).

Ciertamente se ha producido la confluencia de dos intereses complementarios (y legítimos). Por un lado, los alcaldes y responsables de los ayuntamientos quienes entienden que estas iniciativas (ciudades sostenibles, inteligentes o digitales)  proporcionan un marco integrador (marco lógico se llama ahora) para estructurar sus planes de acción. Por otro, las empresas – no sólo tecnológicas-  que entienden que estos procesos les proporcionan oportunidades de negocio. Y como síntesis, las instituciones que ofrecen programas de apoyo para desarrollar los proyectos que surgen de estas iniciativas.

Las iniciativas institucionales

Desde las instituciones multilaterales (ONU, BID,…), desde la propia UE y los propios gobiernos nacionales, regionales y locales se han comenzado a impulsar movimientos de redes de ciudades verdes o sostenibles o inteligentes. Estos movimientos en ocasiones van asociados a planes y proyectos concretos, financiados o cofinanciados por estas mismas instituciones

Una de las  primeras iniciativas fue la Carta de Aalborg aprobada por los participantes en la Conferencia Europea sobre Ciudades Sostenibles, celebrada en Aalborg (Dinamarca) entre los días 24 y 27 de mayo de 1994. Leyendo la declaración de entonces se observa que ya se tenían claros cuáles iban a ser los temas centrales en los años siguientes: pobreza, uso del suelo, movilidad, cambio climático, participación ciudadana…

La UE ha seguido trabajando en esta línea de smart cities y poniendo en marcha iniciativas como la EIP‐SCC ( European Innovation Partnership on Smart Cities and Communities) cuyo objeto es establecer alianzas entre las ciudades y la industria para desarrollar los sistemas e infraestructuras de las ciudades del futuro y contribuir a definir las próximas actuaciones en materia de ciudades inteligentes. Los proyectos europeos de smart cities tienen su encaje en los diferentes programas del H2020, el programa marco de investigación e innovación de la UE.

Los problemas de las ciudades son bastante comunes a todas ellas y se repiten con una cierta asiduidad,

Otras instituciones también han impulsado iniciativas interesantes. Quizás la más activa es el BID (Banco Interamericano de Desarrollo). El BID puso en marcha un nuevo concepto de sostenibilidad urbana que abarca diferentes componentes que van más allá de lo ambiental e incluye variables culturales, políticas, institucionales, sociales y económicas. El BID decidió apoyar a ciudades de tamaño medio de Latino América y el Caribe para comparar sus situaciones con otras ciudades de similar tamaño, así como identificar sus problemas críticos y establecer planes de acción para preparar la ciudad para un futuro sostenible. En esta misma línea trabajan otros bancos multilaterales como el Banco Asiático de Desarrollo o la Corporación Andina de Financiación.

La ONU tiene su propia agencia (UN-Hábitat) encargada de proporcionar una vivienda digna a toda la población. Tiene como objetivo principal promover ciudades que sean económica, social y ambientalmente sostenibles. La creación de esta agencia se inscribe en el contexto de la declaración del Milenio de las Naciones Unidas. En aquella declaración de la Asamblea General de 2000, se identificaron los principales problemas a los que se enfrentaba la sociedad actual. Muchos de estos problemas estaban relacionados con las desigualdades sociales y las fracturas socio-económicas visibles en las grandes ciudades, especialmente el cambio climático y la degradación del medio ambiente. Para intentar resolver estos desafíos, se creó UN-Hábitat que con un presupuesto asignado de más de 250 millones de dólares anuales desarrolla proyectos relacionados con la gobernanza, planificación, crecimiento económico, servicios básicos, vivienda y riesgos naturales.

En España se creó la red de ciudades inteligentes (RECI), espacio colaborativo con más de 60 ciudades asociadas para compartir buenas prácticas y proyectos conjuntos. Además, se puso en marcha el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes que ha tenido el valor de aunar esfuerzos y coordinar la acción de los diversos organismos del Ministerio de Industria, Turismo y Energía con competencias en Ciudades Inteligentes. Este plan contemplaba una línea de ayudas de 48 millones de euros en 2015, ampliables a 100 millones en este ejercicio. También AENOR, con el apoyo de la Secretaria de Estado de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, ha puesto en marcha el Comité Técnico de Normalización Ciudades Inteligentes, a fin de poner orden en todo este proceso, con la participación de más de 300 expertos trabajando en temas como indicadores, infraestructura, gobernanza, movilidad, energía y medio ambiente, turismo… Como se ve se trata de un asunto que no puede estar más de actualidad.

Un primer balance

De toda esta pléyade de iniciativas podemos sacar una primera conclusión. Los problemas de las ciudades son bastante comunes a todas ellas y se repiten con una cierta asiduidad, con mayor o menor énfasis en unos u otros según la zona geográfica del mundo de que se trate. La realidad de Europa es muy diferente de la de América Latina. Asia y África también tienen su propia problemática.

En América Latina, por ejemplo, los problemas recurrentes son la seguridad ciudadana, movilidad, transporte, accesibilidad, calidad del aire y del agua, gestión de residuos, riesgos naturales, gobernanza y gestión fiscal.  Por su  parte, el concepto de ciudades inteligentes se adapta mejor a Europa donde la mayoría de las ciudades han dejado atrás la economía de la supervivencia y han superado la vulnerabilidad a los efectos climáticos y la amenaza de riesgos naturales que conlleva.

Ya tenemos una primera conclusión. El concepto de ciudades inteligentes, impulsado por la industria de las telecomunicaciones e infraestructuras, que intentan vender soluciones TIC, no va funcionar en ciudades con problemas mucho más básicos de pobreza, hacinamiento, seguridad o cambio climático. Tampoco va a funcionar si se entiende como un fin y no como un instrumento al servicio de los ciudadanos. Todos los expertos coinciden, eso sí, en que las ciudades, especialmente las megaciudades, sean del continente que sean, jugarán un protagonismo muy importante en la lucha contra el cambio climático.

Respecto a las diferentes iniciativas hay un poco de todo. Iniciativas bien concebidas que todavía necesitarían más recursos.  Otras han servido para acelerar proyectos ya previstos. Muchas hueras y sin contenido real, solo propagandístico y de marketing. Puro maquillaje sin presupuesto. Mucho foro de intercambio de experiencias que facilita la creación de redes pero que recuerda al hermanamiento de ciudades que uno nunca sabe para qué sirve. Muchas se han sumado a la moda de la sostenibilidad pero se han limitado a simples operaciones de maquillaje, como cambiar los nombres de las áreas departamentales, sustituyendo por ejempló el de departamento de transportes por el área de movilidad sostenible.

El tema del futuro para estas ciudades es su posicionamiento estratégico y la competitividad como medio para generar riqueza y empleo. ¿Qué entendemos por una ciudad competitiva? Una ciudad con magnetismo, capaz de mantener y atraer inversión y talento, así como fomentar la innovación. Una ciudad bien conectada, con infraestructuras de transporte y tecnológicas. Una ciudad con seguridad, servicios básicos (educación, sanidad), accesibilidad y movilidad que facilite las condiciones para el desarrollo de negocios. Una ciudad volcada en la economía del conocimiento. Ciudades, en definitiva, bien gobernadas, con una gestión nueva y más eficaz, aspecto que suele ser el talón de Aquiles de muchas bien intencionadas iniciativas. La gobernanza, otra palabra de moda, debiera convertirse en una de las prioridades de las ciudades.

Por una ciudad más humana

La ciudad es un magma donde explotan los conflictos sociales y personales pero donde también se dispara la creatividad y las oportunidades. Por eso el enfoque frío y tecnocrático que hemos presentado debiera completarse con un enfoque más humanista y renacentista. Luis Rojas Marcos ( La ciudad y sus desafíos. Héroes y víctimas) lo dice mucho mejor que yo: «las capitales modernas constituyen…un escaparate gigantesco que permite observar y analizar la naturaleza y el comportamiento humano, la evolución de los procesos psicosociales, el progreso de la civilización y la lucha heroica del hombre y la mujer por una mejor calidad de vida, por su realización y por su supervivencia».

No tengo  mucho más que añadir. Necesitamos diseñar proyectos de ciudad amigables y humanos donde, como dice Rojas Marcos, las personas puedan realizarse y vivir con dignidad. Más que proyectos  consensuados con los agentes económicos y sociales, a los que se les suele dar voz cuando ya está todo pasteleado, proyectos aceptados por la mayoría social, con los cuales la población pueda identificarse y que permitan canalizar sus energías.

http://www.eldiario.es/norte/vientodelnorte/Ciudades-inteligentes-ciudades-sostenibles-BID-smart_cities_6_535156489.html

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