
Transición energética: aprender, comprender y compartir para transformar
*Por María Fernanda Montaña
Hablar de transición energética no es hablar del futuro.
Es hablar del presente. De cómo producimos, cómo habitamos, cómo nos movemos y, en definitiva, cómo nos desarrollamos como sociedad.
Desde Tendencia Sustentable sostenemos desde hace años que el verdadero cambio no ocurre solo cuando se incorporan nuevas tecnologías, sino cuando el conocimiento circula, se traduce y se comparte. Por eso, haber sido seleccionada para formar parte de la Academia de Transición Energética Argentina no es solo un reconocimiento personal, sino una enorme responsabilidad colectiva: aprender para multiplicar.
La energía como eje estructural del desarrollo
La energía es mucho más que un insumo técnico. Es un precio de precios, una condición estructural que atraviesa toda la economía y la vida cotidiana. Sin energía accesible, confiable y eficiente no hay vivienda digna, no hay producción posible ni ciudades habitables.
En Argentina, cerca del 46% de la electricidad se genera a partir de gas natural, lo que evidencia la centralidad del sector energético en el funcionamiento del país. Pero la transición energética nos propone un cambio de enfoque fundamental: dejar de pensar la energía solo desde la oferta y empezar a pensarla estratégicamente desde la demanda.
No consumimos energía en abstracto. Consumimos servicios energéticos: calefacción, refrigeración, iluminación, movilidad, confort. Cuando esos servicios se brindan de manera ineficiente, la demanda crece estructuralmente, aun cuando cambiemos las fuentes.
Vivienda, eficiencia y energía: una relación inseparable

En ese cambio de mirada, el parque inmobiliario argentino ocupa un lugar central. Las viviendas y edificios explican una porción muy significativa del consumo energético final, especialmente por climatización y agua caliente sanitaria. Un parque edilicio envejecido, mal aislado y poco eficiente carga de manera permanente sobre la matriz energética.
Por eso, la eficiencia energética en edificios no es un tema accesorio: es una estrategia de desarrollo.
Herramientas como el etiquetado energético de viviendas, impulsado a nivel nacional a través del PRONEV, permiten medir, comparar y visibilizar el desempeño energético de los inmuebles, transformando la energía —tradicionalmente invisible— en información clara para usuarios, desarrolladores y el mercado inmobiliario.
Pensar la energía desde la demanda, mejorar la calidad constructiva y utilizar herramientas de etiquetado reduce consumo, emisiones y costos, sin resignar confort ni calidad de vida.
Pobreza energética: la desigualdad que no siempre se ve
La energía también revela desigualdades profundas. En Argentina, más del 50% de los hogares presenta al menos una privación energética, según estudios basados en datos oficiales del INDEC. Hogares que, aun estando conectados, no logran calefaccionarse adecuadamente, pagan más por menos confort o viven en viviendas ineficientes.
La pobreza energética es una crisis multidimensional: afecta la salud, el aprendizaje, el bienestar y las oportunidades. Y es, muchas veces, una barrera silenciosa al desarrollo.

Transición energética y cambio climático
Cuando hablamos de transición energética, inevitablemente aparece el cambio climático.
Y en este punto es clave poner los números en contexto, para evitar lecturas simplificadas.
Argentina tiene una baja contribución global: el país se ubica por debajo del 1% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Este dato es importante para entender nuestra posición en el escenario internacional.

Ahora bien, esta baja contribución no implica ausencia de impacto ambiental. Un indicador que ayuda a dimensionarlo es el Día del Sobregiro de la Tierra: en 2025, Argentina alcanzó su sobregiro ambiental en el mes de junio, lo que significa que, desde ese momento, el país comenzó a consumir más recursos de los que sus ecosistemas pueden regenerar en un año.
Puertas adentro, el panorama es claro: la mayor parte de las emisiones en Argentina provienen del sector energético.
Esto no tiene que ver solo con cómo se genera la energía, sino también con cómo la usamos. El transporte —autos, camiones, colectivos— es uno de los principales consumidores de energía fósil y, por lo tanto, una fuente central de emisiones.
Por eso, cuando hablamos de que el sector energético explica cerca del 53% de las emisiones nacionales, estamos incluyendo tanto la generación de energía como su uso final, en una matriz donde el petróleo y el gas siguen representando cerca del 85% de la energía primaria del país.
Al mismo tiempo, es justo reconocer los avances: las energías renovables superan hoy el 16% de participación en la demanda eléctrica nacional, con récords históricos de capacidad instalada y un crecimiento acelerado de la eólica y la solar. La transición está en marcha, aunque convive con fuertes dependencias estructurales.
Transporte, territorio y demanda inducida
La transición energética también es urbana. El transporte representa cerca del 30% del consumo energético final en Argentina. Electrificar vehículos es necesario, pero no suficiente si no repensamos cómo nos movemos.

El fenómeno de la demanda inducida lo explica con claridad: ampliar vías genera una ilusión de capacidad que atrae más autos y viajes, saturando rápidamente la infraestructura. Sin planificación territorial, incluso la movilidad eléctrica puede reproducir los mismos problemas de congestión y consumo.
Las experiencias de transporte público eléctrico en ciudades como Buenos Aires muestran que el impacto positivo aparece cuando la electrificación se combina con transporte público de calidad, carriles exclusivos y planificación urbana, no cuando se limita a sumar vehículos a un sistema colapsado.
Minerales críticos y oportunidad verde
La transición energética también trae paradojas. Para avanzar hacia energías limpias se necesitan más minerales. Argentina concentra cerca del 20% de los recursos mundiales de litio, lo que la posiciona estratégicamente, pero también exige planificación, gobernanza y diálogo social.
Lejos de ser solo un desafío, la transición abre una ventana de oportunidad verde. Organismos como CEPAL coinciden en que puede convertirse en una estrategia de desarrollo si se acompaña con políticas industriales verdes, capaces de generar empleo, valor agregado y mayor complejidad productiva.

Aprender para compartir
La Academia de Transición Energética Argentina representa un espacio de formación rigurosa, interdisciplinaria y profundamente actual. Haber sido seleccionada para formar parte de esta cursada es un honor, pero sobre todo un compromiso: tomar ese conocimiento y devolverlo a la sociedad, traducido en contenidos, debates, clases y herramientas concretas.
Porque la transición energética no es solo técnica.
Es económica, social, territorial y profundamente humana.
Como bien señala Alicia Bárcena:
“La sostenibilidad no es una meta ambiental, es una forma de entender el desarrollo”.
Desde Tendencia Sustentable seguiremos haciendo lo que creemos indispensable: aprender, comprender y compartir, para que la transición energética no sea un concepto abstracto, sino una transformación real, justa y posible.
*Por María Fernanda Montaña
Directora de Tendencia Sustentable – Ceo de Multiproperty
Arquitecta | Desarrolladora | Docente
Participante seleccionada – Academia de Transición Energética Argentina
(Latam Lab | Uno.Cinco | FLACSO Argentina)
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