
Electromovilidad y ciudad: Argentina ante un cambio doble en su parque automotor y en la forma de habitar el territorio
Por María Fernanda Montaña — Tendencia Sustentable
Argentina está atravesando un momento bisagra: mientras la electrificación del transporte deja de ser una promesa para convertirse en una política concreta, la vida urbana también empieza a reorganizarse en función de nuevos hábitos, nuevas distancias y nuevas formas de habitar la ciudad. Ambas transformaciones —la energética y la cultural— avanzan en paralelo, y su potencia real surge cuando se piensan juntas.
Un país que comienza a mover su tablero eléctrico

Los datos más recientes muestran que la electromovilidad ya no es sólo una tendencia: es un proceso medible.
Hoy circulan 111 buses eléctricos en Argentina, distribuidos así:
- Córdoba: 45 unidades (trolebuses Trolza y Powertronics)
- Rosario: 32 unidades (trolebuses)
- Mendoza: 18 unidades (Zhong Tong y BYD)
- Ciudad de Buenos Aires: 12 unidades (AsiaStar)
- San Juan: 4 unidades (Yutong)
Además, la Ciudad de Buenos Aires avanza en lo que sería su mayor salto en electrificación del transporte público: la licitación para incorporar 74 buses eléctricos en el marco del proyecto Trambús, una modalidad de gran capacidad pensada para corredores exclusivos y cero emisiones.
Este avance se apoya en un dato técnico clave: los cálculos locales muestran que un bus eléctrico en Argentina puede operar al mismo costo que un diésel o incluso con ahorro, sobre todo por su menor costo operativo, la diferencia de precios energéticos y su mayor vida útil: mientras un diésel suele operar 10 años en el AMBA, las unidades eléctricas pueden extenderse a 12 o 15 años de servicio.
Sin embargo, existe un límite estructural: la financiación. Países vecinos con sistemas de compra masiva (Chile con 2.761 buses eléctricos, Colombia con 1.590, Brasil con 1.166, México con 849 y Uruguay con 249) muestran que el financiamiento accesible sigue siendo la variable decisiva para escalar. Argentina, con sus 111 unidades, avanza más lentamente por este motivo.
El mercado privado también se mueve: más autos eléctricos y marcas desembarcando
La electrificación no avanza sólo en flotas públicas.
El parque automotor privado también muestra un salto concreto: solo en septiembre se registraron 159 vehículos eléctricos, un aumento del 205% respecto de agosto y un 130% interanual.

Para acompañar esta curva, la Ciudad de Buenos Aires impulsa un plan que prevé la instalación de 400 puntos de carga en espacios públicos y privados durante los próximos dos años. Este programa establece un marco técnico único
- Cargadores desde 7 kW en garajes, estacionamientos y espacios privados de acceso público.
- En vía pública, cargadores desde 22 kW, únicamente sobre veredas de parques y plazas no emblemáticas, frentes de edificios públicos y comercios.
- Máximo dos posiciones por cuadra, sin ocupar la calzada.
- Exención del 100% de patentes para autos eléctricos y del 100% para híbridos durante dos años.
- Exención de peajes hasta agosto de 2026.
A nivel nacional, el Gobierno habilitó un cupo de 50.000 vehículos electrificados sin aranceles para 2026. La industria acompañó: marcas como BYD, Chery, Changan, Leapmotor, GAC Motor y Dongfeng ya desembarcaron en el país, ampliando la oferta.
Pero la energía no cambia sola: cambian los hábitos
La electrificación del parque automotor —público y privado— representa un avance, pero no alcanza por sí misma para lograr eficiencia urbana.
La movilidad eléctrica sigue siendo intensiva si reproducimos los mismos comportamientos:
Un auto eléctrico con una sola persona adentro es tan ineficiente en el espacio público como uno convencional.
La congestión, la ocupación del suelo, la demanda de infraestructura y la congestión permanecen intactas.
Por eso la transición energética exige una transición cultural:
- más viajes compartidos,
- mayor uso del transporte público electrificado,
- micromovilidad,
- caminar,
- bicicletas,
- vehículos bajo demanda y no de propiedad permanente.
La eficiencia no depende solo del motor: depende del uso.
La ciudad de las distancias cortas: la transición urbana que acompaña a la electromovilidad
En paralelo, cobra fuerza una transformación territorial profunda.
Las grandes ciudades del mundo —y cada vez más las latinoamericanas— avanzan hacia un modelo donde la vida cotidiana ocurre a distancias más cortas.
Una ciudad de proximidad —con comercio, servicios, salud, educación, cultura y empleo a 10 o 15 minutos— reduce la necesidad de moverse largas distancias, incluso antes de pensar en el tipo de vehículo.

Esto no sólo baja el consumo energético:
acorta tiempos, refuerza identidades barriales, diversifica usos del suelo y mejora la calidad de vida.
Si electrificar el transporte es la primera transición, construir ciudades que reduzcan la necesidad de viajar es la segunda.
Y Argentina necesita las dos.
Una doble transformación que ya empezó
El país está dando pasos concretos:
- 111 buses eléctricos en circulación.
- 74 nuevos en proceso para la capital.
- 159 autos eléctricos patentados en un mes.
- 400 cargadores proyectados en la Ciudad.
- 50.000 unidades electrificadas sin aranceles habilitadas para 2026.
- Y un mercado que crece con nuevas marcas globales.
Pero la electrificación no será suficiente si no cambiamos la forma en que nos movemos y, sobre todo, la forma en que vivimos nuestros barrios.
Electrificar el parque automotor moderniza.
Acortar distancias humaniza.
Compartir viajes optimiza.
Y reorganizar la ciudad multiplica todo lo anterior.
Argentina no enfrenta una transición: enfrenta dos.
Y cuando avanzan juntas, el resultado no es solo una movilidad más limpia, sino una ciudad más viva, más cercana y más humana.
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